El proyecto de Casa Ernestina comenzó a gestarse en uno de esos momentos vitales en los que te cuestionas si otra forma de vivir es posible.

Es una historia de regresos, reencuentros y descubrimientos. Bastó atravesar por primera vez el dintel de su puerta  para sentir que era el lugar perfecto. Aún con sus imperfecciones y arrugas debidas al paso del tiempo, la casa mantenía toda su belleza y autenticidad. Un lugar con un silencio lleno de vida y una energía afable y  sosegada que  atrapa desde cada rincón de la casa invitándote a habitarla.

Lleva el nombre  de su antigua propietaria en honor a todos los valores que su personalidad representaba y que, de alguna manera, dejó impregnados en todos sus rincones. La energía que exhala evoca a la serenidad, generosidad, hospitalidad, fortaleza, confianza y dicha. 

Nuestra prioridad durante su reforma y adaptación como hotel fue mantener su esencia respetando sus elementos originales  y utilizando materiales típicos de las construcciones de este tipo de casas señoriales extremeñas proporcionados por artesanos locales.

Estamos impacientes por compartirla y experimentar esa otra forma de viajar a través de los viajes de nuestros huéspedes. 

Os invitamos a que desde ella descubráis nuestra comarca al sur de Extremadura conectando con los valores de esta tierra y sus gentes, con su cultura y legado. Te atrapará, desearás volver.